La historia de Celeste Cáceres es un testimonio de resiliencia y esperanza. A temprana edad, Celeste fue diagnosticada con craneofaringioma, un tumor cerebral poco común que, aunque benigno, se comportó como maligno. Su infancia transcurrió prácticamente en hospitales: casi 12 años entre internaciones, cirugías y tratamientos largos, enfrentando secuelas físicas y emocionales que aún la acompañan.

“Prácticamente no tuve infancia: no conocí lo que era festejar un cumpleaños o una Navidad fuera de una habitación de hospital”, recuerda Celeste.

Sin embargo, en medio del dolor, Celeste encontró la solidaridad y el acompañamiento de quienes estuvieron a su lado. Esa fuerza se transformó con el tiempo en una misión de vida: llevar esperanza y alegría a otros niños y familias que atraviesan situaciones similares.

Así nació Fundación Sonrisas por un Futuro Mejor, un proyecto que Celeste sostiene a pulmón y que busca transformar hospitales en espacios de contención, apoyo y sonrisas. Su labor demuestra cómo el dolor puede convertirse en fuerza y cómo una experiencia personal puede transformarse en un legado que toca la vida de muchos.