Cada 12 de septiembre se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Crochet, una técnica de tejido que, aunque tiene siglos de historia, nunca pasa de moda. El crochet no es solo una forma de elaborar prendas y objetos: es también una manera de expresar creatividad, de conectar generaciones y de generar comunidad.

Un arte con raíces profundas

El crochet, también conocido como ganchillo, tiene orígenes que se remontan a Europa del siglo XVI, aunque algunos historiadores lo vinculan incluso con culturas más antiguas. A lo largo del tiempo se convirtió en un pasatiempo, una herramienta de trabajo e incluso en una forma de resistencia cultural en tiempos de crisis.

Más que un pasatiempo

Hoy, el crochet es mucho más que un simple tejido. Representa una práctica que favorece la concentración, reduce el estrés y estimula la motricidad fina. Además, es un arte inclusivo: lo practican personas de todas las edades, en soledad o en grupos, generando redes de aprendizaje y apoyo mutuo.

La magia de crear con las manos

Bufandas, mantas, muñecos “amigurumis”, bolsos o tapetes… el crochet convierte un simple hilo en piezas únicas y llenas de identidad. Cada puntada lleva consigo horas de dedicación, paciencia y amor, lo que transforma a cada obra en algo irrepetible.

Una invitación a tejer comunidad

En este Día Internacional del Crochet, la propuesta es reconocer a todas las personas que mantienen viva esta tradición y animar a quienes aún no se atreven a probarla. Aprender crochet es entrar en un mundo donde la creatividad no tiene límites y donde cada creación suma un hilo más a la gran red de historias que nos unen.