La Franja de Gaza vive una crisis humanitaria sin precedentes: la hambruna se combina con ataques constantes, porque cada vez es más peligroso buscar ayuda o comida. Los relatos —como el de Yehia Alhasanat, quien perdió a su hermano Ahmed, de 41 años, tras meses de desnutrición— reflejan una cotidianeidad marcada por el miedo, la desolación y la ausencia de alternativas reales.

El Ministerio de Salud gazatí confirmó dos nuevas muertes por desnutrición en apenas 24 horas, mientras la ONU estima que al menos el 10 % de la población vive en estado de desnutrición aguda. El hambre progresa sin pausa, y los civiles mueren no solo por bombardeos sino también por intentar conseguir un plato de comida.

Los puntos de distribución de ayuda ya son zonas de alto riesgo: muchos gazatíes fueron asesinados al acercarse a convoys humanitarios, y cientos de miles viven sin acceso seguro a alimentos o agua. El bloqueo israelí continúa restringiendo el paso de camiones cargados, mientras las ONG advierten que incluso sus trabajadores están entre los afectados por la escasez.

La situación hospitalaria es crítica: decenas de chicos ingresan con desnutrición severa, numerosos pacientes no cuentan con insumos médicos, y los hospitales operan al borde del colapso. “El cuerpo de los niños se degrada y el sistema inmunológico colapsa antes de que se declare oficialmente la hambruna. Eso ya está ocurriendo”, alertó un vocero de UNICEF.

Gaza ya registró más de 59.600 muertos, según el Ministerio de Salud local, con al menos 89 fallecidos en las últimas 24 horas por bombardeos o disparos mientras intentaban conseguir ayuda. Esa cifra incluye a 23 víctimas abatidas directamente durante intentos de acceso a asistencia humanitaria.

La ayuda que permanece bloqueada alcanza a miles de camiones, y organizaciones internacionales denuncian que ese bloqueo está siendo empleado como arma de guerra. Mientras tanto, las negociaciones de tregua se estancan y los niños caminando bajo bombardeos siguen siendo la norma.


Fuente: Infobae.